¿Hacia dónde vamos?

Resulta un hecho deleznable que nuestro país este revuelto por una turbulencia de corrupción, desde hace doce años, y que en el transcurso del tiempo se transformó en un torbellino delincuencial, ultrajando insensiblemente a la nación. El “levante”, ha sido descarado, brutal, como el sufrimiento de la colectividad impactada mortalmente por la pandemia. El saqueo a las instituciones de salud constituye un acto de lesa humanidad, cuando las organizaciones criminales pactan con funcionarios públicos en la oscuridad de la noche los monumentales sobreprecios en la oferta de insumos médicos para las instituciones de salud, perjudicándolas en millones de dólares. Las investigaciones realizadas por las instituciones de control, han detectado la injerencia de integrantes de movimientos y partidos políticos como aleados de las mafias.

Se ha probado, que la degradación en el país ha tocado fondo, cuando vemos que algunos “señores” ya sin las caretas de camuflaje han aparecido en la trama de hechos delictivos y ahora con el señalamiento de la vindicta pública están siendo rechazados como traidores a la patria.

Los atracos y ententes representan una gran torta de reparto de cientos de instituciones que les rinden suculentos ingresos desde comisarias, aduanas; intendencias, embajadas, etc. para poner un ejemplo.

También resuelta un hecho muy grave y alarmante, cuando en la tómbola de comentarios aparecen nombres de asambleístas como formando parte de estos supuestos actos deleznables que podrían tener algo de veracidad, hasta que no se demuestre lo contrario. Hoy hay un solo grito, que es del pueblo, que con dolor y espanto pregunta a todo pulmón; “¿en quién creemos?”, y de la misma manera cuando este cataclismo de inmoralidad y perversidad estremece la conciencia nacional preguntamos; “¿hacia dónde vamos?”.

Carlos Concha Jijón