Diego Rivadeneira
Pronto terminará el año escolar y las notas de nuestros hijos serán expuestas; unos estarán tranquilos, otros comiéndose las uñas, ansiosos por conocer su promedio final.
La educación de ahora ya no es como la de antes, hoy por hoy hay mucha permisibilidad y facilismo para el estudiante; sino acuérdese de sus malas noches, de sus viajes a la biblioteca por la tarde y de los temibles supletorios y suplicatorios, en realidad pasaba de año quien tenía que pasar y se quedaba quien tenía que quedarse, hoy no, todos pasan, así sea forzando una nota el profesor que no se merece el alumno, se vive un desmedro en la educación.
Recordemos que no existían las drogas en los colegios ó por lo menos no se escuchaba; si acaso una embarazada en toda la institución era exagerado, hoy por lo menos vemos una adolescente por aula y ni de imaginarnos un grupo de estudiantes intente matar a un profesor como caso reciente en nuestra Provincia, nada de eso acaecía.
Están formando egresados mediocres que copian y pegan trabajos de internet; sin nociones de cívica; que escriben con penosa ortografía y con los dedos índices; que bueno que mi profesora de Literatura se jubiló, sino estas generaciones la hubieran matado del coraje.
Ante esto jamás resignarse y mejor arrimemos el hombro desde casa, formemos en buenas costumbres y descubramos los sueños y talentos de nuestros hijos, para explotar sus destrezas; aunque no sean tan buenos en matemáticas ó en historia, seguramente entre estos chicos tenemos a un Messi, a un Carlos Slim ó a una Shakira ó talvez al mejor ebanista ó mecánico de la ciudad, démosles confianza de que están hechos para cosas grandes estos guambras.
Dios quiera al fin un buen político.