Pablus dirá cuándo será

Jaime Durán Barba*

En la década del 70 del siglo pasado más de la mitad de los seres humanos estaban gobernados por dictaduras del proletariado que implantaron economías centralmente planificadas. La grieta fue un mar de sangre: en la URSS más de diez millones de personas murieron de hambre o deportados a los gulags, y solo el Gran Salto Adelante costó cincuenta millones de vidas en China. La Camboya de los Khmer Rouge, la ocupación de Europa por parte de Rusia, los experimentos socialistas en Somalia, Libia y otros países africanos enrojecieron los mapas.

Se difundió una teleología ética, heroica, que llamaba al sacrificio por altos ideales impulsada por los textos de Javier Heraud, César Vallejo, el Che Guevara. Jóvenes que nunca mataron a nadie cantaban con entusiasmo las canciones de Pablus Gallinazus, como ‘Una ciudad llamada Pablus’, repitiendo una y otra vez, “hay que matar, hay que matar, hay que matar, Pablus dirá cuándo será”.

Queda poco de todo eso. En los países que fueron “liberados” por el Ejército rojo como Hungría, la República Checa o los países bálticos, hay solo un mal recuerdo y mucho odio a la URSS. En sus museos se mezclan las imágenes de Hitler y de Stalin como símbolos de la perversidad. La URSS auspició la creación de grupos armados que lucharon por el poder en la mayoría de los países americanos con el apoyo de Cuba. Estados Unidos los combatió fortaleciendo a dictaduras militares. En varios países la guerra fue muy sangrienta.

La lógica bélica cambió los valores de los combatientes. Si un grupo armado común robaba un banco cometía un delito, si eran insurgentes estaban consiguiendo fondos para luchar por sus ideales. Si cinco estudiantes universitarios secuestraban a un ex presidente y lo asesinaban, cometían un crimen. Si eran revolucionarios tenían derecho a hacerlo, estaban luchando por la revolución.

Todo eso acabó con el fin de la Guerra Fría. Desaparecieron los grupos guerrilleros y las dictaduras. Los países americanos, con excepción de algunas dictaduras del Caribe, viven regímenes democráticos. La visión masoquista de la vida fue desplazada por una lúdica. Mucha gente quiere lograr su felicidad ya, en un confuso movimiento alentado por las redes, donde la gente reclama cualquier cosa y opina sobre todo, partiendo de una mínima información que consigue en el mar de informaciones de todo tipo que están en la red.

*Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.
(Fuente www.perfil.com).