La opción política

Jorge Zambrano Andrade

Nuestro país está acostumbrado a sobrevivir pactando con sus políticos, obedeciendo las leyes lo menos posible y transando con las mafias burocráticas de todo tipo y la carencia de una verdadera justicia que proteja a la población contra el sinnúmero de abusos que tiene que resistir a diario. La inmensa mayoría de sus habitantes entienden y sobrellevan la corrupción, conviven con ella y la asumen como una realidad de la que nadie escapa.
En ese mundo de, encubrimientos y acomodos, los burócratas van y vienen; algunos, atendiendo las necesidades de la gente, mientras la mayoría se ha enriquecido cínicamente abusando de un poder prestado, para que finalmente el país pague por sus culpas, así los amarres del sistema y la esperanza del botín mantenga la atracción de esas instituciones que todavía nos rigen.

Este sistema parecía que nunca iba a presentar su factura porque el botín era tan generoso que durante décadas pudo repartir sus dádivas, pero finalmente han menguado por que ahora nuestra última gran «piñata» petrolera parece haberse desfondado por la reducción de producción en los pozos, síntoma alarmante, ya que las riquezas que le trajeron en los últimos años se destinaron al gasto corriente, que nos ha llevado a crisis reiteradas. En estas circunstancias, el país ya no puede gobernarse solo; la nueva administración se tiene que enfrentar a la disyuntiva de controlar un sistema lleno de trampas, intereses, colusiones e ineficiencias en las que los nuevos gobernantes tendrán que ocupar casi todo su tiempo para sortear todo ese campo minado.

La otra alternativa es proponer un nuevo pacto social en el que podamos iniciar un futuro y una sociedad sustentada en un mínimo de justicia para todos, a cambio de contener a las minorías de abusadores que están a punto de acabar con lo poco que nos queda del país; y si este nuevo reto lo asume la administración entrante y convoca a un verdadero acuerdo de conciliación nacional, seguramente se estará constituyendo un porvenir; en cambio, si tratan de contemporizar con los corruptos, éstos los habrán de devorar, como ha ocurrido reiteradamente.

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