¿Deseas ser pobre o rico?

Jesús Muñoz Diez

Ante esta pregunta, todos queremos ser ricos. Pero, es pregunta capciosa, de doble filo, que fácilmente nos hace caer en una trampa.

La pobreza como carencia es detestable para mí, para ti, para todos. La pobreza, como virtud dirigida al ordenamiento sicoético-social-estético de todos los bienes, es fuente de mayor riqueza y un privilegiado medio de solución de los problemas de equidad distributiva que sufrimos en este mundo.

No pueden ustedes servir a Dios y al dinero, dice el gran Maestro de economía: Jesucristo. Dios es el orden perfecto que nos mueve a actuar con habilidad, con astucia y a la vez con la sencillez que atrae a todos. Estas son las competencias que hacen desarrollar las mayores y trascendentales riquezas humanas, materiales, empresariales. Quizá sea por eso que la Empresa de Cristo sea una de las más atractivas que ha tenido la historia humana.

El dinero por sí solo causa desorden. Servir al dinero como único objetivo de la vida hace esclavos y dependientes. Como toda droga que no se abandona, el dinero exige al drogodependiente dosis cada vez mayores, que conducen a la autodestrucción, a la ruptura relaciones familiares con odios y divisiones, a la cada vez más grave y despreciable corrupción de los que ostentan el poder, con la esclavitud del apego al dinero. Esta es la mayor pobreza, por el desorden que provoca, de la que el Maestro nos quiere librar.

Ser rico es ser ordenado para servir a Dios en las personas en las que Él habita, que se enriquecen con nuestro orden de vida. Rico es el que vive y promueve un ordenamiento solidario de lo que hace y tiene, propiciando bien común, feliz pobreza de espíritu, que es la mayor riqueza.

[email protected]