Educación universitaria

SANTIAGO BRAVO SÁNCHEZ

América del Sur se enfrenta a una crisis geopolítica importante, en donde su punto más álgido es la explosión de violencia en distintas partes del territorio. En este contexto, una de las frases mesiánicas que aparecen como solución a los problemas sociales es «necesitamos educación». Sin embargo, qué tipo de educación es la que necesitamos para romper con las cadenas, no solo de la ignorancia, sino de la opresión.

En nuestro sistema educativo actual prima la formación técnica frente al pensamiento crítico, es decir, capacitar mano de obra cualificada para desempeñar alguna labor dentro del sistema productivo. Crear individuos que hagan y que no piensen. Desde la Pedagogía del Oprimido de Paulo Freire este sistema domestica a las personas porque nos deshumaniza, nos condiciona a un fatalismo y a asumir una incapacidad frente a la vida.

La resignación a que nada puede cambiar, que no nos cuestionemos desde nuestros privilegios y que no nos concibamos como creadores de pensamiento es esa dominación de los oprimidos. Esta adormece nuestras conciencias, infunde temor en nosotros, nos acostumbra a no opinar sobre los temas vitales y nos desune.

Al final, tenemos el contexto perfecto para que el opresor mantenga su posición de superioridad e incremente su poder a través de ese sistema deshumanizante, violento e injusto. Creando mitos para el oprimido como «querer es poder».

En palabras de Freire “la educación no cambia al mundo, cambia a las personas que cambiarán al mundo”. El destruir esa idea romantizada de la educación como una panacea y plantear construir pensamiento crítico desde el oprimido, desde El Sur, nos deja esta pregunta ¿esto ofrecen las universidades de nuestro país?

[email protected]

SANTIAGO BRAVO SÁNCHEZ

América del Sur se enfrenta a una crisis geopolítica importante, en donde su punto más álgido es la explosión de violencia en distintas partes del territorio. En este contexto, una de las frases mesiánicas que aparecen como solución a los problemas sociales es «necesitamos educación». Sin embargo, qué tipo de educación es la que necesitamos para romper con las cadenas, no solo de la ignorancia, sino de la opresión.

En nuestro sistema educativo actual prima la formación técnica frente al pensamiento crítico, es decir, capacitar mano de obra cualificada para desempeñar alguna labor dentro del sistema productivo. Crear individuos que hagan y que no piensen. Desde la Pedagogía del Oprimido de Paulo Freire este sistema domestica a las personas porque nos deshumaniza, nos condiciona a un fatalismo y a asumir una incapacidad frente a la vida.

La resignación a que nada puede cambiar, que no nos cuestionemos desde nuestros privilegios y que no nos concibamos como creadores de pensamiento es esa dominación de los oprimidos. Esta adormece nuestras conciencias, infunde temor en nosotros, nos acostumbra a no opinar sobre los temas vitales y nos desune.

Al final, tenemos el contexto perfecto para que el opresor mantenga su posición de superioridad e incremente su poder a través de ese sistema deshumanizante, violento e injusto. Creando mitos para el oprimido como «querer es poder».

En palabras de Freire “la educación no cambia al mundo, cambia a las personas que cambiarán al mundo”. El destruir esa idea romantizada de la educación como una panacea y plantear construir pensamiento crítico desde el oprimido, desde El Sur, nos deja esta pregunta ¿esto ofrecen las universidades de nuestro país?

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América del Sur se enfrenta a una crisis geopolítica importante, en donde su punto más álgido es la explosión de violencia en distintas partes del territorio. En este contexto, una de las frases mesiánicas que aparecen como solución a los problemas sociales es «necesitamos educación». Sin embargo, qué tipo de educación es la que necesitamos para romper con las cadenas, no solo de la ignorancia, sino de la opresión.

En nuestro sistema educativo actual prima la formación técnica frente al pensamiento crítico, es decir, capacitar mano de obra cualificada para desempeñar alguna labor dentro del sistema productivo. Crear individuos que hagan y que no piensen. Desde la Pedagogía del Oprimido de Paulo Freire este sistema domestica a las personas porque nos deshumaniza, nos condiciona a un fatalismo y a asumir una incapacidad frente a la vida.

La resignación a que nada puede cambiar, que no nos cuestionemos desde nuestros privilegios y que no nos concibamos como creadores de pensamiento es esa dominación de los oprimidos. Esta adormece nuestras conciencias, infunde temor en nosotros, nos acostumbra a no opinar sobre los temas vitales y nos desune.

Al final, tenemos el contexto perfecto para que el opresor mantenga su posición de superioridad e incremente su poder a través de ese sistema deshumanizante, violento e injusto. Creando mitos para el oprimido como «querer es poder».

En palabras de Freire “la educación no cambia al mundo, cambia a las personas que cambiarán al mundo”. El destruir esa idea romantizada de la educación como una panacea y plantear construir pensamiento crítico desde el oprimido, desde El Sur, nos deja esta pregunta ¿esto ofrecen las universidades de nuestro país?

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SANTIAGO BRAVO SÁNCHEZ

América del Sur se enfrenta a una crisis geopolítica importante, en donde su punto más álgido es la explosión de violencia en distintas partes del territorio. En este contexto, una de las frases mesiánicas que aparecen como solución a los problemas sociales es «necesitamos educación». Sin embargo, qué tipo de educación es la que necesitamos para romper con las cadenas, no solo de la ignorancia, sino de la opresión.

En nuestro sistema educativo actual prima la formación técnica frente al pensamiento crítico, es decir, capacitar mano de obra cualificada para desempeñar alguna labor dentro del sistema productivo. Crear individuos que hagan y que no piensen. Desde la Pedagogía del Oprimido de Paulo Freire este sistema domestica a las personas porque nos deshumaniza, nos condiciona a un fatalismo y a asumir una incapacidad frente a la vida.

La resignación a que nada puede cambiar, que no nos cuestionemos desde nuestros privilegios y que no nos concibamos como creadores de pensamiento es esa dominación de los oprimidos. Esta adormece nuestras conciencias, infunde temor en nosotros, nos acostumbra a no opinar sobre los temas vitales y nos desune.

Al final, tenemos el contexto perfecto para que el opresor mantenga su posición de superioridad e incremente su poder a través de ese sistema deshumanizante, violento e injusto. Creando mitos para el oprimido como «querer es poder».

En palabras de Freire “la educación no cambia al mundo, cambia a las personas que cambiarán al mundo”. El destruir esa idea romantizada de la educación como una panacea y plantear construir pensamiento crítico desde el oprimido, desde El Sur, nos deja esta pregunta ¿esto ofrecen las universidades de nuestro país?

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