Ánimo, no teman

Jesús Muñoz Diez

¿Tenemos miedo al cambio, a las novedades? ¿Estamos inquietos, desazonados por lo que vemos, oímos o vivimos? Es propio de quien gasta la vida sin una reposición adecuada de su inocencia, o de quien la vive de forma impertinente a su auténtica condición humana.

Todo en nuestro organismo, en la psicología y a nuestro alrededor nos recuerda el cambio; sin embargo nos resulta difícil someternos a esta ley natural. Sufrimos mucho los humanos de parálisis mental y paradigmática, que nos lleva a una invalidez de ese vigor natural que tiene el niño o la persona consciente de su enérgica capacidad espiritual.

Acaba de ser otorgado el XXXIX Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística. Se dice: “La obra ganadora, Tu clara presencia, se desarrolla desde la seguridad que da la conciencia filial. La poeta se sabe incorporada al cauce del amor divino”. Es en esta consciencia renaciente de amor divino donde radica la capacidad humana para vencer todo temor a lo novedoso, a los cambios necesarios que vivimos cada día, con gozo o con sufrimiento; pero con la seguridad de quien considera con el Maestro Jesucristo que ser hombre es ser hijo de Dios, poseer conciencia filial y fraterna, que nos da ánimo y una visión de eternidad que supera todos los temores o desazones propios de la vida cotidiana.

Necesitamos por ello desarrollar nuestra inteligencia espiritual, aguardar pacientemente las lluvias tempraneras y las tardías que fertilizan los frutos cambiantes de nuestro quehacer habitual y virtuoso de cada día; tomando como ejemplo de paciencia en el sufrimiento a los que a nuestro alrededor nos dan testimonio de esa consciencia filial y del divino amor que inunda su corazón.

[email protected]

Jesús Muñoz Diez

¿Tenemos miedo al cambio, a las novedades? ¿Estamos inquietos, desazonados por lo que vemos, oímos o vivimos? Es propio de quien gasta la vida sin una reposición adecuada de su inocencia, o de quien la vive de forma impertinente a su auténtica condición humana.

Todo en nuestro organismo, en la psicología y a nuestro alrededor nos recuerda el cambio; sin embargo nos resulta difícil someternos a esta ley natural. Sufrimos mucho los humanos de parálisis mental y paradigmática, que nos lleva a una invalidez de ese vigor natural que tiene el niño o la persona consciente de su enérgica capacidad espiritual.

Acaba de ser otorgado el XXXIX Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística. Se dice: “La obra ganadora, Tu clara presencia, se desarrolla desde la seguridad que da la conciencia filial. La poeta se sabe incorporada al cauce del amor divino”. Es en esta consciencia renaciente de amor divino donde radica la capacidad humana para vencer todo temor a lo novedoso, a los cambios necesarios que vivimos cada día, con gozo o con sufrimiento; pero con la seguridad de quien considera con el Maestro Jesucristo que ser hombre es ser hijo de Dios, poseer conciencia filial y fraterna, que nos da ánimo y una visión de eternidad que supera todos los temores o desazones propios de la vida cotidiana.

Necesitamos por ello desarrollar nuestra inteligencia espiritual, aguardar pacientemente las lluvias tempraneras y las tardías que fertilizan los frutos cambiantes de nuestro quehacer habitual y virtuoso de cada día; tomando como ejemplo de paciencia en el sufrimiento a los que a nuestro alrededor nos dan testimonio de esa consciencia filial y del divino amor que inunda su corazón.

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¿Tenemos miedo al cambio, a las novedades? ¿Estamos inquietos, desazonados por lo que vemos, oímos o vivimos? Es propio de quien gasta la vida sin una reposición adecuada de su inocencia, o de quien la vive de forma impertinente a su auténtica condición humana.

Todo en nuestro organismo, en la psicología y a nuestro alrededor nos recuerda el cambio; sin embargo nos resulta difícil someternos a esta ley natural. Sufrimos mucho los humanos de parálisis mental y paradigmática, que nos lleva a una invalidez de ese vigor natural que tiene el niño o la persona consciente de su enérgica capacidad espiritual.

Acaba de ser otorgado el XXXIX Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística. Se dice: “La obra ganadora, Tu clara presencia, se desarrolla desde la seguridad que da la conciencia filial. La poeta se sabe incorporada al cauce del amor divino”. Es en esta consciencia renaciente de amor divino donde radica la capacidad humana para vencer todo temor a lo novedoso, a los cambios necesarios que vivimos cada día, con gozo o con sufrimiento; pero con la seguridad de quien considera con el Maestro Jesucristo que ser hombre es ser hijo de Dios, poseer conciencia filial y fraterna, que nos da ánimo y una visión de eternidad que supera todos los temores o desazones propios de la vida cotidiana.

Necesitamos por ello desarrollar nuestra inteligencia espiritual, aguardar pacientemente las lluvias tempraneras y las tardías que fertilizan los frutos cambiantes de nuestro quehacer habitual y virtuoso de cada día; tomando como ejemplo de paciencia en el sufrimiento a los que a nuestro alrededor nos dan testimonio de esa consciencia filial y del divino amor que inunda su corazón.

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¿Tenemos miedo al cambio, a las novedades? ¿Estamos inquietos, desazonados por lo que vemos, oímos o vivimos? Es propio de quien gasta la vida sin una reposición adecuada de su inocencia, o de quien la vive de forma impertinente a su auténtica condición humana.

Todo en nuestro organismo, en la psicología y a nuestro alrededor nos recuerda el cambio; sin embargo nos resulta difícil someternos a esta ley natural. Sufrimos mucho los humanos de parálisis mental y paradigmática, que nos lleva a una invalidez de ese vigor natural que tiene el niño o la persona consciente de su enérgica capacidad espiritual.

Acaba de ser otorgado el XXXIX Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística. Se dice: “La obra ganadora, Tu clara presencia, se desarrolla desde la seguridad que da la conciencia filial. La poeta se sabe incorporada al cauce del amor divino”. Es en esta consciencia renaciente de amor divino donde radica la capacidad humana para vencer todo temor a lo novedoso, a los cambios necesarios que vivimos cada día, con gozo o con sufrimiento; pero con la seguridad de quien considera con el Maestro Jesucristo que ser hombre es ser hijo de Dios, poseer conciencia filial y fraterna, que nos da ánimo y una visión de eternidad que supera todos los temores o desazones propios de la vida cotidiana.

Necesitamos por ello desarrollar nuestra inteligencia espiritual, aguardar pacientemente las lluvias tempraneras y las tardías que fertilizan los frutos cambiantes de nuestro quehacer habitual y virtuoso de cada día; tomando como ejemplo de paciencia en el sufrimiento a los que a nuestro alrededor nos dan testimonio de esa consciencia filial y del divino amor que inunda su corazón.

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