Sin confianza, no hay nada

EDUARDO CHIRIBOGA APONTE

En octubre pasado casi destruyen al país y no hay culpables. Asistimos al juicio más importante de nuestra historia, donde un exmandatario podría ser sentenciado como el cabecilla de una banda delincuencial y esto aún no hace eco en el exterior. La famosa lista de Odebrech, donde deben constar los culpables de otro acto de corrupción, sigue oculta. Altos funcionarios de gobierno despotrican contra su exjefe, pero mantienen a sus alfiles en importantes cargos.

Se señala que la rigidez laboral atenta con el empleo, pero los líderes sindicalistas declaran que ellos no se aponen a su modernización. Se propone la disminución del gasto público en la duplicación de funciones y en instituciones irrelevantes para el país y ni tratan el tema. Y así, podríamos enumerar un sinfín de situaciones cínicas, evidenciando que en el país, entre el pueblo y sus dirigentes, no hay confianza. La hipocresía parece ser la regla.

En toda relación, sea esta laboral o amorosa, la confianza es lo primero. Los amigos que no dan confianza, no son amigos. Son conocidos. Si eres chiro y feo, pero el amor con tu mujer es basado en el entendimiento y la confianza, esa relación perdurará. Y en el caso de los países, es igual.

Cuando en 2009 el gobierno anterior decretó que la deuda externa del país era ilegítima, “pasándose de vivo”, para hacer creer al pueblo incauto que tomaba una medida histórica, los mercados internacionales empezaron a ver al Ecuador como un país al que no se le puede confiar “ni un saco de alacranes”; los préstamos internacionales y colocación de bonos estatales empezaron a costar al país altísimos intereses. La viveza criolla del exmandatario, costó muy caro al país. Y sin confianza, no hay respeto.

La reputación se la hace paso a paso durante muchos años. Pero ésta se puede perder en un minuto. Por lo que la visita del presidente Lenín Moreno a Donald Thrump debe ser un inaplazable peldaño hacia esa restauración, que no podemos dejar de consolidar. Nuestras actuales autoridades, nacidas del SSXI, ¿tendrán esa convicción?

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