Una solida esperanza

Deseo hacer un alto a mis comentarios semanales últimos, donde me he inclinado, como no puede ser de otra manera, a ampliar la información técnica sobre el azote que vivimos, no solo en nuestro país, sino la humanidad entera, producida por un microscópico enemigo, casi invisible, que se adueñó de la integridad del hombre para demostrarnos que, somos seres de carne y hueso y que solo le somos útil, para su multiplicación exponencial en nuestras células, sin distinguir diferencias entre sus insospechados huéspedes, sirviéndoles solo de puente y oportunidad para ellos vivir.

Hoy, desde mi encierro obligado, como lo está usted amable lector, considero mi obligación, aprovechar este importante contacto, a través de este prestigioso medio de información, para expresarles, con mi integridad sollozante, mi entera y total felicitación y agradecimiento por su actitud demostrada en esta dos primeras semanas de aislamiento, al acatar con sólida estrictez, las decisiones tomadas por el Gobierno, nacional, las autoridades de salud competentes y nuestras autoridades locales, cuya suma nos demuestra en forma palmaria, que las medidas impuestas fueron las adecuadas para evitar, como hasta ahora, un estallido de los casos locales, manteniéndonos con un incremento manejable y afín a nuestra escasa infraestructura médica que poseemos.

Las calles desiertas, incluso antes del toque de queda; el paso parsimonioso y adecuadamente protegidos de las escasas personas que lo hacen, ligada a las cifras comentadas, me llena de esperanza, de que este terrible momento lo vamos a superar unidos en nuestras casas, como hasta este momento lo hemos asumido y demostrado.

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