Memoria viva

Roque Rivas Zambrano

La memoria es la capacidad de recordar. Uno de los mayores miedos del ser humano es perder la habilidad de almacenar datos, lugares, rostros importantes. Este proceso químico, que se produce a nivel neuronal, y que es fundamental para establecer rutinas cotidianas, para hacer uso del lenguaje, para subsistir, también es una herramienta valiosa a nivel político.

Mucho se dice que “quien olvida su historia está condenado a repetirla”. De eso deviene que para el poder, la amnesia sea sana.

Ya lo decía Eduardo Galeano, al hacer referencia a los casos de violaciones de derechos que se dieron en el contexto de dictaduras en Latinoamérica, “para que la historia no se repita, hay que recordar la impunidad, que premia al delito, estimula al delincuente. Y cuando el delincuente es el Estado, que viola, roba, tortura y mata sin rendir cuentas a nadie, se emite desde el poder una luz verde que autoriza a la sociedad entera a violar, robar, torturar y matar”.

Ante el secuestro de dos ciudadanos más, la muerte de cuatro militares y el asesinato de los integrantes del equipo periodístico de El Comercio, los ecuatorianos han reflexionado sobre la importancia de nombrar, de recordar, de mantener viva la memoria de las víctimas para que se haga justicia.

La prueba está en la multitudinaria marcha que se realizó la tarde del jueves pasado, donde las fotografías de los tres colegas y las consignas de resistencia se convirtieron en símbolos de una lucha que exige un país de paz. Estas acciones son esenciales para la conformación de una memoria colectiva sobre la situación actual.

Esta memoria obstinada, que no da paso a la impunidad, que no permite la perpetuación de la tiranía, es la que mantendrá vivos a nuestros compañeros y nos devolverá una parte de ellos.

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