Alfombras la Incáica, medio siglo de tradición

Tres generaciones han mantenido el legado de la elaboración de alfombras a mano.

La elaboración de una alfombra artesanal de un metro de ancho por un metro de largo puede tomar hasta un mes de trabajo arduo y paciente, pues esta labor necesita de manos hábiles que realicen todo el proceso, desde la tintura de la lana hasta la entrega del artículo al cliente.

Tres generaciones de la familia Muñoz se han dedicado a esta labor en Ambato bajo el nombre de Alfombras La Incáica, marca que ofrece estos artículos decorativos en diseños personalizados y en diversos tamaños.

Trabajo

Ruperto Muñoz, de 89 años, mantiene en su casa un telar fabricado por él mismo a base de madera, aparato en el cual se elaboran las alfombras, a pesar de su edad aún realiza varios diseños y guía a su hija Pilar en la tintura de la lana.

El proceso para la elaboración de las alfombras inicia con la adquisición de la materia prima, lana de borrego que se compra en Riobamba, posteriormente se tiene que lavar y tinturar de acuerdo a la necesidad del diseño que se vaya a plasmar en la alfombra.

Antes de iniciar con el tejido a mano es necesario tener el diseño en papel cuadriculado para que las formas y los colores sean perfectos.

“Mi papá tiene más de 50 años de hacer alfombras, todo lo aprendió de mi abuelo”, dijo Pilar Muñoz, quien actualmente está al frente de este negocio familiar por la enfermedad de su padre.

Pilar aseguró que este trabajo ha sido reconocido a nivel nacional y ha ganado varias ferias productivas, de igual forma estos artículos decorativos se exhiben y venden en una galería en Quito, aunque también se han hecho exposiciones en Ambato.

Elaboración

María Ortíz lleva más de 40 años haciendo alfombras y es una de las aprendices del dueño de La Incáica. Sus manos se mueven tan rápido en el telar que hipnotizan a quien trata de descifrar sus movimientos, mientras hace los nudos para que la alfombra quede perfecta, sus ojos no se despegan del diseño hecho en papel.

“Por medio de este trabajo he sacado a mi familia adelante”, dijo Ortiz, quien aseguró que para hacer este trabajo se necesita paciencia y perseverancia, pues se puede pasar hasta ocho horas tejiendo la alfombra.

Actualmente este negocio ha decaído por la elaboración de alfombras sintéticas y en máquinas que agilitan del proceso, motivo por el cual ya no se producen tantas como hace años.

Pilar Muñoz recuerda que su padre llegó a tener más de 50 empleados en el taller de alfombras, pero actualmente solo queda uno.

Para mirar cómo se hacen las alfombras se puede visitar el taller de la familia Muñoz ubicado en Ficoa entre las calles Guaytambos y La Delicia. (RMC)