La vigencia del don nadie

Jaime López

Somos una comunidad llena de individuos que acceden a clasificaciones, unas peyorativas otras no, que se originan dentro de la vigencia o supervivencia que la persona tiene de los valores que definen su condición humana y que le permiten clasificar al prójimo desde su punto de vista, sin rendirle justificación ni cuentas a nadie, será por ello que se dice de alguien “ ah/ ese es un pobre que lo único que tiene es millones” o se dice de otro “ ese no tiene en que caerse muerto” o por la calidad intelectual “es un don nadie”, en definitiva, sin decirlo, comparándolo al que recibe la clasificación, con la propia, que hace rato en el duro ejercicio de vida ya se configuró como cédula de identidad e imagen proyectada en la inmensidad de alrededores.

Aceptando que el “ don nadie” está proliferando y ejecuta implacable la espiral ascendente de un país que no alcanza a que convierta en línea ascendente, hay que combatir el desparpajo que exhiben los don nadie para proyectar su figura y dejar de ser tales, ofrecen su cerebro, que si lo tienen, al mejor postor para que lo lave y escriban en él la cantaleta de ocasión y con el propósito de provocar el caos, reciben diezmos y primicias que sirven para desarrollar su trabajo sentados frente a un escritorio o aprovisionados de una carpeta llena de documentos no escritos por él concurren a un Juzgado o a una Fiscalía a ejercer su derechos constitucionales sin ningún problema.

Lo que indigna es la rapidez con la que son atendidos, sin que la incapacidad burocrática asome para detenerlos, como sucede con la mayoría de ciudadanos que esperan también ejercer sus derechos.

Este es el país donde el asombro es la alborada y la indignación es el ocaso, porque día tras día, proliferan los don nadie para detener la solución a graves problemas que ofenden a la comunidad porque no se resuelven. Y en la campaña electoral la multiplicación de éstos sujetos no la detiene nadie, veintenas de candidaturas para Alcaldes de las ciudades no significan para nada una práctica racional de la democracia cívica, centenas y miles de candidatos para reelecciones de concejales peor, si muchos de ellos ya han sido descalificados por la opinión pública. A los audaces y a los don nadie habrá que sentenciarlos