Hotel Voyeur

Roque Rivas Zambrano

¿A qué se atrevería un periodista por contar una buena historia? La ambición de quienes se dedican a escribir sobre los otros no se mide en dólares, si no en lo fantástico o increíble que puedan resultar los hechos. Los más grandes periodistas han caído en el juego. Al final, más allá de las fuentes bibliográficas, tienen que decidir si confiar o no en la palabra de los protagonistas.

Una situación así fue la que llevó al gran Gay Talese a no publicar una de sus minuciosas crónicas. El periodista y escritor estadounidense hizo un trato con una de sus fuentes más controversiales: Gerald Foos, propietario de un motel en Denver. Foos había colocado en los techos unos pasadizos secretos que llegaban hasta unos rincones desde donde espiaba durante noches enteras a los huéspedes.

En las noches, daba paseos por el falso techo. registraba en sus diarios todo lo que analizó de los encuentros sexuales de sus clientes durante treinta años (1966-1990). Cuando acabó estas memorias, consciente de que se podía meter en un gran lío, se puso en contacto con Talese y lo invitó a pasar tres días en su motel.

Talese esperó 36 años para que los delitos prescribieran y vendió el artículo en exclusiva al New Yorker y el manuscrito del libro a la editorial Grove Atlantic. “Yo cuento la verdad y tú convives con ella, ese es el trato”, acordaron. Pero toda esa verdad se derrumbó en 2016, una semana antes de hacer pública obra de no-ficción: ‘El motel del voyeur’. The Washington Post encontró inconsistencias en algunos datos. Talese se sintió defraudado, engañado y decidió no sacar a la luz su obra.

El documental ‘Voyeur’, disponible en Netflix, da cuenta del paradójico final de esta historia y del momento de pánico que vivió esta estrella del periodismo narrativo.

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