Jóvenes y alcohol

Iván Paredes

Muchos de los trágicos problemas sociales que hemos afrontado son producto de la ingesta de alcohol, y este hábito ha sido absorbido por los jóvenes que por su temprana edad no disciernen las consecuencias que produce, dando consigo afectaciones dolorosas que dejan secuelas de por vida difíciles de asimilar.

Está por demás señalar que es un problema social, cuya responsabilidad es de todos pero fundamentalmente del Estado y débiles políticas que poco o nada han ayudado para que disminuya su consumo, tampoco vamos a hacernos los santos, pero es necesario que recapacitemos y atendamos un delicado problema que produce muertes y actos bochornosos que avergüenzan a todos que, con multas y sanciones penales no se ha podido disminuir, al contrario, en nuestra ciudad cada viernes y sábados en la noche su consumo, venta y distribución aumenta en gran cantidad, el control se convierte en el juego del gato y el ratón, no hay un mecanismo adecuado y efectivo para redirigir a la juventud a otra actividad donde puedan desahogar su energía, al parecer poco o nada importa conjuntamente con la inoperancia y la poca ineficacia demostrada por parte de quienes están en el servicio público.

Al consumir alcohol a temprana edad, el cerebro está propenso a un alto riesgo de problemas psicológicos y trastornos que se irán desarrollando en el futuro de la persona, el tejido cerebral sufre alteraciones en la creación de proteínas para la formación y el mantenimiento de las conexiones neuronales, estas proteínas que se generan a partir del ADN y que intervienen en su determinación hasta la adultez se afectan, siendo crucial para la formación del cerebro porque aún no está formado totalmente, los resultados son trastornos emocionales como la ansiedad, el estrés, el miedo, desembocando en una sociedad perturbada sin objetivo claro y heredando a las próximas generaciones.