Eliminar el mamotreto

Jaime López

Las elecciones del próximo domingo, controvertidas, cuestionadas y desorganizadas, seguramente serán una demostración de lo que muchos dicen, que la democracia ecuatoriana es un remedo del sistema que los griegos instauraron como un estilo de vida que los ciudadanos deben practicar para que el poder no radique en una sola persona, si no que se distribuya entre todos y las decisiones que se tomen correspondan a la opinión mayoritaria.

En nuestro país equivocadamente se han diseñado las elecciones obligatorias, como que fueran solución para la falta de cultura política que nos aqueja desde cuando nacimos como Estado y en forma permanente, luego que se proclaman los resultados del proceso electoral, los perdedores con furia desbordada dicen a los cuatro vientos que el fraude no se puede ocultar, como ocurrió con el apagón ‘robolucionario’ de las elecciones aquellas, cuando fuimos sepultados en un pozo que fue engalanado sin vergüenza alguna, por el loco refugiado en el ático, que nunca imaginó que el resultado del fraude, ha sido un boomerang que puede hacer que su sonrisa sardónica se oculte tras los barrotes de la cárcel junto con sus compinches.

La imaginación está libre y es lícito pensar que el contaje de los votos, en las próximas elecciones, será un problema mayúsculo donde todavía nadie sabe como se contabilizarán los votos nulos, que son la certificación de que el correísmo, a pesar de su olor asqueroso, sigue inmerso en la administración de instituciones claves persiguiendo que ese mamotreto llamado Consejo de Participación Ciudadana y Control Social caiga es sus manos como mecanismo para seguir en la ‘robolución’ de la década perdida. Los ecuatorianos protagonizamos, una vez mas y van cuantas, una batalla donde ochenta y cinco mil prójimos asomaron como guerreros aspirando a la victoria frente a millones de electores desorientados y desconcertados que no deben ser derrotados, so pena de dejar de ser y transitar hacia la destrucción de si mismos.