Sucesos y pesares

Jaime López

Acostumbrados como estamos a digerir diariamente el ‘arroz verde’ y la impunidad de los corruptos identificados, también ocurren sucesos que hay que relievarlos como si fueran medicinas para calmar las angustias e iras contenidas, entre ellos el anuncio de algunos elegidos para las alcaldías que piensan compartir su sueldo y realizar actividades que no están contempladas en sus presupuestos institucionales, en beneficio de quienes los eligieron pensando que eran los mejores, y limitar además el uso de vehículos oficiales a los concejales, lo que es correcto. También ocurre que a veces el WhatsApp, elemento que conforma la dictadura del celular, te transmite intervenciones orales, que levantan el ánimo y reafirman el espíritu, como la del adolescente Julián Peñaherrera Lerena, de origen ambateño, quien en la posesión de un alcalde en Manabí le ha dicho al país verdades que nos deben provocar dolores a todos, que es hora de actuar frente a la corrupción, que es preciso unirnos para castigar. Dicho esto en un reducto todavía correísta, es enseñarnos como debe actuar un ecuatoriano, es decirnos que la cobardía debe ser superada para rescatar como se debe la memoria del General Gabela, el secuestro de Balda, la insolencia de haber traficado con la nacionalidad para declarar ciudadano residente en Chaupicruz al australiano que, al menos, está encarcelado por acción de los ingleses ya que nuestra diplomacia no hizo nada. Lo que en forma lamentable la brillante periodista Janeth Hinojosa no consiguió que la Presidenta de la ONU le dijera eso al país, en la entrevista que se transmitió desde Chad, o se propuso no conseguirla, para no arrugar la invitación que la Sra. Espinoza le hizo, dejándole a esta Presidenta navegar en el lenguaje rebuscado y mediático respondiendo a sus preguntas llanas y superficiales. La televisora y la Sra. Janeth nos dieron un mal predicamento. Que en forma también lamentable y coincidente algunos cobardes hicieron cuando se juntaron como los borregos que son para insultarle al Dr. Trujillo, vomitando sus entrañas llenas de sánduches sabatinos, teniendo como espectadores a muchos ciudadanos que nada hicieron y se han convertido en cómplices por omisión de un verdadero asesinato al Dr. Trujillo.