Estudiar por obediencia

Cuando somos niños aparecen muchas cosas que nos quitan el tiempo para lo que considerábamos esencial, en la etapa pre escolar y escolar entre los 4 y 6 años, el ser humano se encuentra en un proceso importante de exploración y aprendizaje, donde cada estímulo externo que recibe, va desarrollando sus capacidades y habilidades, sin embargo, varios expertos consideran que es aquí cuando se empieza a frustrar el desarrollo de las mismas, al incluirles en un no adecuado sistema educativo; donde el objetivo primordial es tener buenas calificaciones y ser mejor que el otro, obviando muchas veces los aprendizajes significativos que la edad representa.

En el proceso de niñez y adolescencia creamos expectativas y gustos de lo que queremos ser, muchas veces, nos pasamos creando ideas o sueños durante más de una década, que al entrar en el proceso educativo se puede ir quedando solo en proyectos que pueden verse frustrados por la complejidad innecesaria de algunas asignaturas que pueden desmotivar para alcanzar esos objetivos con estas herramientas académicas.

Esto sucede porque la escuela termina siendo nuestro único referente sobre el rendimiento intelectual y académico, el no dedicarnos a lo que nos apasiona, ya que no solo podemos sacar una nota de 4 o de 5, somos un 4 o un 5, las calificaciones nos terminan clasificando del 1 al 10, donde hay mejores y peores, obedeciendo lo que dice el sistema, pues si me es fácil sacar una buena nota en determinada asignatura podemos afirmar que seguro eso es lo que me gusta, enfocándonos simplemente en aprobar y los alumnos terminan siendo solo alumnos y a responder solo lo que se pide, es decir, obedeciendo sin un aprendizaje alentador.

En este sentido, en el contexto escolar mientras un estudiante espera ser reconocido por su capacidad, lo cual resulta importante para su estima, en el salón de clases se reconoce solo el esfuerzo o el cumplimiento de una tarea. La pasión o el interés de los niños y adolescentes vale mucho más que una calificación, la escuela debería ser ese lugar que nos enseña a pensar, a buscar eso que tanto nos enamora, a ser de la manera que realmente queremos, no la que los números dicen que somos.