Reinados

La actual administración municipal de Quito a cargo de Jorge Yunda no deja de generar reacciones de sectores poblacionales ante varios anuncios que muchos llaman populismo puro, con el que se busca distraer los verdaderos conflictos de ciudad. Probablemente esto sea cierto, pero no hay que negar que su equipo asesor ha logrado posicionarlo y mantenerlo vigente en esta primera etapa de su alcaldía, uno de los períodos más complejos. Al menos la gente sabe quién gobierna, y hacia donde se orienta su administración, por más en desacuerdo que se pueda estar con estas.

El debate actual se centra en la eliminación de la elección de reina de Quito, bajo el argumento que este certamen ha perdido vigencia y que es una forma de encasillar la belleza de la mujer. Situación que quizá carece de relevancia frente a los grandes temas de ciudad como seguridad y movilidad, pero no es menos cierto que tras las elecciones de reina existen varios hechos que desdicen el objetivo del mismo, en Ambato por ejemplo se dio el caso que, ante la inconformidad de resultados, se impugnaron los mismos por parte de las candidatas no favorecidas quienes incluso se negaban a participar en el tradicional desfile de la Confraternidad. Al no existir parámetros en la elección, es claro que los criterios son subjetivos, más aún cuando la belleza es relativa y puede ser apreciada en distinta forma por quienes integran un jurado.

Si de mantener la tradición se trata con una representante femenina de la ciudad, que gestione y ejecute proyectos de ayuda social, en cuyo caso Quito posee la Fundación Reina de Quito que destaca una importante gestión, ¿por qué no hacerlo por designación y evitarnos el conflictivo proceso de elección?, esta designación puede ser de alternancia entre representantes de barrios, cámaras de la producción, academia, por citar algunos. También se vuelve necesario definir las verdaderas funciones de una reina, más allá de si dicho espacio sea o no una plataforma política como generalmente ocurre, pero el reinado como tal debe orientarse a programas de ayuda social y contar con un presupuesto, además de los fondos que por autogestión se recauden. Actualmente la Municipalidad de Ambato no posee una estructura organizativa para la gestión de su reina y tampoco cuenta con un presupuesto para el efecto, lo que no solo dificulta la gestión de quién está al frente, sino que deja en entredicho la verdadera finalidad de esta representación.