Conceptos equivocados

Ciudadanos insertos en la politiquería han cambiado algunos conceptos de responsabilidad. Este pensamiento adverso ha destruido ética y moral, virtudes máximas del libre albedrío, de la libertad y democracia, instancias del comportamiento humano para el desarrollo de los pueblos. Es inaceptable que, ante el pedido de los señores profesores: Equiparar sueldos con el de policías y militares, se conteste: Es absurdo comparar el trabajo de un policía o militar con la de un profesor. Desatinada consideración desvincula totalmente de un razonamiento ilustrado, pues, todos conocemos, que el maestro en todo el nivel educativo y de construcción ciudadana es el precursor de todas las profesiones. Por eso hay que agradecer a todos los maestros, que fulguraron y fulguran en la vida de cada uno de los seres humanos para hacerlos distinguidos profesionales con personalidad definida. El pueblo piensa: El docente únicamente imparte educación y revisa el cumplimiento de esos afanes. Escucha a cada uno de sus alumnos, los guía por el camino de la fe, los instruye y forma, si es necesario, los regaña con ternura de padre y madre. Sin ser médico, cura el dolor interno y calma la herida externa. Los conflictos educativos corporativos y muchas veces familiares de sus alumnos, los asume con entereza y equilibrio mental. “Extraño y cierto: El abogado espera, que te metas en problemas. El médico espera, que te enfermes. El policía espera, que te conviertas en criminal. El profesor espera, que nazcas tonto. El arrendador espera, que no construyas tu casa. La prostituta espera, que no te cases. El dentista espera, que tus dientes se deterioren. El mecánico espera, que tu auto se dañe. El fabricante de ataúdes te quiere muerto. Solo un ladrón, te desea prosperidad en la vida”.