Galápagos, una historia humana II

A través de su historia, las islas Galápagos, han recibido muchos visitantes, algunos se pierden en la tradición indígena recogida por el cosmógrafo español Pedro Sarmiento de Gamboa y por Miguel Cabello Balboa, clérigo y cronista español, quienes indican que por el año 1488, Túpac-Yupanqui, monarca del Imperio Inca, visitó las islas, incluso las bautizó con nombre quechuas: Haguachumbi (isla San Cristóbal) y Ninachumbi (isla Española). Esta tradición indígena, más cercana a la leyenda, ha dado pábulo para que se levanten voces peruanas reclamando las islas para ellos.

El 10 de marzo de 1535, Fray Tomás de Berlanga, obispo de Castilla de Oro (Panamá), descubre las islas Galápagos por casualidad, creyó que las islas estaban habitadas por caníbales. Como no encuentra agua va a otra isla más grande, San Cristóbal. Berlanga no dio nombres a las islas.

En 1569, Abraham Ortelius, geógrafo y cartógrafo flamenco, visita las islas Galápagos y las registra por primera vez en la cartografía mundial. Dos mapas aparecen en esta fecha: uno dibujado por Ortelius y otro por Gerardo Mercator. Las seis islas mayores recibieron los nombres de Mascarín, Tabaco, Diablo, Salud, San Bernardo y Santiago, y las siete restantes quedaron anónimas.

En 1684, el corsario Ambrose Cowley realiza las primeras cartas de navegación rudimentarias y bautiza a las islas con nombres ingleses: Isabela (Albermale), Santa Cruz (Indefatigable), San Cristóbal (Chatam), Floreana (Charles), etc. Como se puede ver, las islas encantadas han recibido varios nombres a través del tiempo.

Durante los siglos XVII y XVIII, las solitarias islas se convirtieron en el refugio ideal al que los piratas acudían a descansar de sus fechorías y a repartirse el botín. También eran visitadas por los cazadores de ballenas. Continuará.