La selva muere

Rocío Silva

Ha sido la selva amazónica de Brasil, paulatinamente atacada con la deforestación, se ha reducido la capacidad de absorción de CO2. Ahí viven por desde hace un aproximado de 10.000 años, unos 420 pueblos originarios con casi tres millones de integrantes nativos, de estos pueblos, sesenta han escogido vivir en aislamiento. Se ha establecido la existencia de 86 lenguas con gramáticas propias y con unos 650 dialectos. El pueblo originario amazónico más grande es Tikuna, que cuenta con unos 40.000 miembros que viven en Brasil, Perú y Colombia.

Las imágenes que dan testimonio de cómo la selva amazónica es consumida por las llamas, son sobrecogedoras; el bosque tropical más extenso del planeta, con una extensión de casi seis millones de kilómetros cuadrados está envuelto en una humareda y llamaradas; este bosque da cabida a las más grande biodiversidad, la cuenca que forma el Amazonas, abarca 7,4 millones de kilómetros cuadrados, cubre casi el 40% de América Latina y se extiende por nueve países: Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana Francesa, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela.

Ahora que la tragedia está dada, las culpas vienen de todos los lados; por una parte, los grupos ecologistas y académicos culpan a Jair Bolsonaro, por haber auspiciado la tala de bosques y el avance agrícola, con políticas que favorecen el desarrollo sobre la conservación; aducen que la selva tropical ha sufrido pérdidas a un ritmo acelerado desde que el mandatario asumió el cargo en enero. Entretanto, Bolsonaro sostiene que es un tiempo de quema, que se sobredimensionan los incendios y que son culpables las ONGs, por cuanto no pueden seguir sacando provecho del territorio selvático.

Lo único que nos que queda es elevar plegarias invocando a la lluvia como única medida de salvación, para que esa cuarta parte de todas las especies de la Tierra que se encuentran allí: plantas, peces, aves, mamíferos, reptiles e insectos; no pasen a ser solo el registro de organizaciones científicas y académicas. Con el incendio de la selva amazónica muere la vida en el planeta y parece que no nos damos cuenta.