De la violencia simbólica al libreto

Rocío Silva

Nadie pudo prever que un paro de taxistas por la supresión de subsidios al diésel y gasolina extra, una vez concluido, iba a desatar la más terrible pesadilla de que duró 11 días, la negociación final estuvo desbalanceada. Siempre creeré que ya estuvo armado el libreto, el sector indígena parece que accedió a endosar sin miramiento alguno, toda la culpa a los “correístas”, se citaron nombres explícitos a quienes habrían de perseguir el Gobierno.

El sector negociador indígena, olvidó y quiso borrar de la imagen colectiva, la instigación a militares, policías a sublevarse contra la autoridad y desconocer el proceso democrático en el país, quisieron hacernos creer, que nunca existió el secuestro a militares, policías y periodistas en el Ágora de la Casa de la Cultura. El dirigente Vargas direccionó sus dardos al equipo de trabajo ministerial, utilizó epítetos como “vagos” que apuntaron centro el marasmo de emociones, miedos y recelos en que estábamos imbuidos todos los ecuatorianos. Demostraron que pueden repetir discursos académicos y traducirlos a un lenguaje común, pero por si acá llevaron a su ideólogo académico, que a la larga es el único que salió mal parado, cuando fue separado de su trabajo como asesor de Yunda.

En todo el país, parecería que el sector indígena a más de la violencia simbólica, se armó de mucho desparpajo, en el que predominaron la amenaza y el chantaje; hasta desgastar la paz y dinámicas sociales-productivas de ciudades sitiadas. Nunca se entenderá la sinrazón de las tomas de las Gobernaciones de Chimborazo, Bolívar, Tungurahua; sus respectivos Gobernadores fueron humillados, deslegitimados, increpados verbalmente como en el caso de la Gobernadora tungurahuense, a quien una indígena funcionaria pública, pretendió humillar y someterla al escarnio popular en el evento de devolución del edificio de la Gobernación que fue invadido por los mismos grupos indígenas. Se entiende entonces que, con todo ese ímpetu, los indígenas devolverán entre gritos masivos y festivos, las plantas de tratamiento de Emapa totalmente reparadas a un costo de 400.000 dólares, que ellos destruyeron para dejar sin agua de consumo a la población.

Rocío Silva

Nadie pudo prever que un paro de taxistas por la supresión de subsidios al diésel y gasolina extra, una vez concluido, iba a desatar la más terrible pesadilla de que duró 11 días, la negociación final estuvo desbalanceada. Siempre creeré que ya estuvo armado el libreto, el sector indígena parece que accedió a endosar sin miramiento alguno, toda la culpa a los “correístas”, se citaron nombres explícitos a quienes habrían de perseguir el Gobierno.

El sector negociador indígena, olvidó y quiso borrar de la imagen colectiva, la instigación a militares, policías a sublevarse contra la autoridad y desconocer el proceso democrático en el país, quisieron hacernos creer, que nunca existió el secuestro a militares, policías y periodistas en el Ágora de la Casa de la Cultura. El dirigente Vargas direccionó sus dardos al equipo de trabajo ministerial, utilizó epítetos como “vagos” que apuntaron centro el marasmo de emociones, miedos y recelos en que estábamos imbuidos todos los ecuatorianos. Demostraron que pueden repetir discursos académicos y traducirlos a un lenguaje común, pero por si acá llevaron a su ideólogo académico, que a la larga es el único que salió mal parado, cuando fue separado de su trabajo como asesor de Yunda.

En todo el país, parecería que el sector indígena a más de la violencia simbólica, se armó de mucho desparpajo, en el que predominaron la amenaza y el chantaje; hasta desgastar la paz y dinámicas sociales-productivas de ciudades sitiadas. Nunca se entenderá la sinrazón de las tomas de las Gobernaciones de Chimborazo, Bolívar, Tungurahua; sus respectivos Gobernadores fueron humillados, deslegitimados, increpados verbalmente como en el caso de la Gobernadora tungurahuense, a quien una indígena funcionaria pública, pretendió humillar y someterla al escarnio popular en el evento de devolución del edificio de la Gobernación que fue invadido por los mismos grupos indígenas. Se entiende entonces que, con todo ese ímpetu, los indígenas devolverán entre gritos masivos y festivos, las plantas de tratamiento de Emapa totalmente reparadas a un costo de 400.000 dólares, que ellos destruyeron para dejar sin agua de consumo a la población.

Rocío Silva

Nadie pudo prever que un paro de taxistas por la supresión de subsidios al diésel y gasolina extra, una vez concluido, iba a desatar la más terrible pesadilla de que duró 11 días, la negociación final estuvo desbalanceada. Siempre creeré que ya estuvo armado el libreto, el sector indígena parece que accedió a endosar sin miramiento alguno, toda la culpa a los “correístas”, se citaron nombres explícitos a quienes habrían de perseguir el Gobierno.

El sector negociador indígena, olvidó y quiso borrar de la imagen colectiva, la instigación a militares, policías a sublevarse contra la autoridad y desconocer el proceso democrático en el país, quisieron hacernos creer, que nunca existió el secuestro a militares, policías y periodistas en el Ágora de la Casa de la Cultura. El dirigente Vargas direccionó sus dardos al equipo de trabajo ministerial, utilizó epítetos como “vagos” que apuntaron centro el marasmo de emociones, miedos y recelos en que estábamos imbuidos todos los ecuatorianos. Demostraron que pueden repetir discursos académicos y traducirlos a un lenguaje común, pero por si acá llevaron a su ideólogo académico, que a la larga es el único que salió mal parado, cuando fue separado de su trabajo como asesor de Yunda.

En todo el país, parecería que el sector indígena a más de la violencia simbólica, se armó de mucho desparpajo, en el que predominaron la amenaza y el chantaje; hasta desgastar la paz y dinámicas sociales-productivas de ciudades sitiadas. Nunca se entenderá la sinrazón de las tomas de las Gobernaciones de Chimborazo, Bolívar, Tungurahua; sus respectivos Gobernadores fueron humillados, deslegitimados, increpados verbalmente como en el caso de la Gobernadora tungurahuense, a quien una indígena funcionaria pública, pretendió humillar y someterla al escarnio popular en el evento de devolución del edificio de la Gobernación que fue invadido por los mismos grupos indígenas. Se entiende entonces que, con todo ese ímpetu, los indígenas devolverán entre gritos masivos y festivos, las plantas de tratamiento de Emapa totalmente reparadas a un costo de 400.000 dólares, que ellos destruyeron para dejar sin agua de consumo a la población.

Rocío Silva

Nadie pudo prever que un paro de taxistas por la supresión de subsidios al diésel y gasolina extra, una vez concluido, iba a desatar la más terrible pesadilla de que duró 11 días, la negociación final estuvo desbalanceada. Siempre creeré que ya estuvo armado el libreto, el sector indígena parece que accedió a endosar sin miramiento alguno, toda la culpa a los “correístas”, se citaron nombres explícitos a quienes habrían de perseguir el Gobierno.

El sector negociador indígena, olvidó y quiso borrar de la imagen colectiva, la instigación a militares, policías a sublevarse contra la autoridad y desconocer el proceso democrático en el país, quisieron hacernos creer, que nunca existió el secuestro a militares, policías y periodistas en el Ágora de la Casa de la Cultura. El dirigente Vargas direccionó sus dardos al equipo de trabajo ministerial, utilizó epítetos como “vagos” que apuntaron centro el marasmo de emociones, miedos y recelos en que estábamos imbuidos todos los ecuatorianos. Demostraron que pueden repetir discursos académicos y traducirlos a un lenguaje común, pero por si acá llevaron a su ideólogo académico, que a la larga es el único que salió mal parado, cuando fue separado de su trabajo como asesor de Yunda.

En todo el país, parecería que el sector indígena a más de la violencia simbólica, se armó de mucho desparpajo, en el que predominaron la amenaza y el chantaje; hasta desgastar la paz y dinámicas sociales-productivas de ciudades sitiadas. Nunca se entenderá la sinrazón de las tomas de las Gobernaciones de Chimborazo, Bolívar, Tungurahua; sus respectivos Gobernadores fueron humillados, deslegitimados, increpados verbalmente como en el caso de la Gobernadora tungurahuense, a quien una indígena funcionaria pública, pretendió humillar y someterla al escarnio popular en el evento de devolución del edificio de la Gobernación que fue invadido por los mismos grupos indígenas. Se entiende entonces que, con todo ese ímpetu, los indígenas devolverán entre gritos masivos y festivos, las plantas de tratamiento de Emapa totalmente reparadas a un costo de 400.000 dólares, que ellos destruyeron para dejar sin agua de consumo a la población.