Tisaleo, siguen a la espera de justicia

Dolor. Han pasado dos años desde que cayó la tarima en Tisaleo y judicialmente no hay nada concreto sobre este caso.
Dolor. Han pasado dos años desde que cayó la tarima en Tisaleo y judicialmente no hay nada concreto sobre este caso.
Dolor. Han pasado dos años desde que cayó la tarima en Tisaleo y judicialmente no hay nada concreto sobre este caso.
Dolor. Han pasado dos años desde que cayó la tarima en Tisaleo y judicialmente no hay nada concreto sobre este caso.
Dolor. Han pasado dos años desde que cayó la tarima en Tisaleo y judicialmente no hay nada concreto sobre este caso.
Dolor. Han pasado dos años desde que cayó la tarima en Tisaleo y judicialmente no hay nada concreto sobre este caso.
Dolor. Han pasado dos años desde que cayó la tarima en Tisaleo y judicialmente no hay nada concreto sobre este caso.
Dolor. Han pasado dos años desde que cayó la tarima en Tisaleo y judicialmente no hay nada concreto sobre este caso.

“Es difícil ver a mi hijo en esa situación, es un joven que tenía muchos sueños que se vieron truncados y nadie quiere responsabilizare de eso”, dice Mario Panimboza, padre de Nelson, mientras vira la cara para esconder las lágrimas que no logra sostener por el dolor, la frustración, la impotencia y la rabia que siente.

Mientras llora señala que “ahora las leyes hasta a los animalitos los respalda y la gente no debe maltratarlos y a nosotros nadie nos hace justicia, nadie ha velado por nuestra seguridad, nadie se ha tomado la molestia de encontrar a los responsables de lo que pasó”.

Esto luego de que el 10 de diciembre de 2017 la tarima en la que Nelson, junto a otras decenas de personas, estaba sentado listo para disfrutar de un espectáculo de 4X4 se viniera abajo causando una verdadera tragedia.

En el hecho alrededor de 65 personas resultaron heridas, golpeadas y la suerte fue trágica para Ángela Luzuriaga, de 9 años, Maité Díaz de 4 meses y María Tisalema, de 53 años de edad, quienes perdieron la vida.

En el cantón

El adagio popular señala que recordar el volver a vivir y eso es lo que le pasa a Marisela, quien prefiere mantener su apellido en reserva, ella cuenta que la angustia fue terrible.

“Aún tengo el mismo miedo, realmente siento como si las cosas hubiesen sido ayer, todos vivimos momentos terribles y es frustrante ver como las cosas siguieron sin que nadie diga o haga nada”, cuenta la joven mujer.

En el centro del cantón la gente prefiere no comentar mucho sobre el tema, pero todos tienen latente el recuerdo de lo pasado hace dos años.

“Somos un cantón pequeño y muchos nos conocemos y sabíamos de la vitalidad de las personas que ahora están atadas a una silla de ruedas y no entendemos por qué no se hace justicia en este tema”, comentó Segundo T.

Sueños truncados

Panimboza recuerda ese fatídico día cada que ve a su hijo de 23 años, quien quería ser parte de la Policía Nacional y ahora hasta necesita cuidados y atención especial para poder sobrevivir.

“El mismo dice que no entiende por qué le pasó eso si jamás le hizo daño a nadie y siempre estuvo pendiente de ser un buen ser humano”, el afligido padre comenta lo que su hijo dice cada que su ánimo decae al verse postrado en una cama sin poder disfrutar de la vida como lo había planeado desde pequeño.

Nelson es el cuarto de los seis hijos que tiene el hogar Panimboza Tisalema, y siempre fue un joven dedicado, a tal punto que ayudaba en el taller de calzado de su padre para poder ahorrar y prepararse para llegar a vestir el uniforme policial que tanto anhelaba.

En estos 24 meses, la familia ha invertido tiempo, dinero y una inagotable fuente amor para hacer que Nelson pueda sentirse mejor física y emocionalmente.

Su padre cuenta que al inicio el joven ni siquiera sentía sus extremidades superiores, pero gracias a la terapia ha podido fortalecer la parte superior de su cuerpo, sin embargo, no pasa lo mismo con sus piernas.

Nelson no las siente y por eso necesita el cuidado especial que le da toda su familia, sin embargo, es su padre Mario quien está con él las 24 horas del día cuidándolo y apoyándolo con amor incondicional, sin importarle los sacrificios que tenga que hacer para disfrutar, por lo menos de vez en cuando, de la sonrisa de su Nelson, por quien va a seguir luchando hasta que pueda recuperase.

“Solo esperamos que la mano de Dios siga mostrándose, porque hemos visto su evolución y tenemos fe de que de a poco va a poder mejorar y recuperar su estabilidad física y emocional”, dijo el hombre mientras limpiaba su rosto con sus manos que evidencia esfuerzo y dedicación por el trabajo diario.

Resistencia y superación

Esas son dos características que podrían describir a Teresa Freire de 57 años, que en el mismo accidente perdió la movilidad de sus piernas y ahora está en silla de ruedas.

Toma sus manos y las frota un poco con el afán de no llorar, sin embargo, el sentimiento puede más y sin pronunciar palabra alguna Teresa comienza a llorar hasta poder recuperar nuevamente el ánimo para conversar.

“Normalmente somos los padres los que cuidamos a nuestros hijos y ahora son ellos los que tiene que cuidar de mí, siento que el amor que sembré en ellos ahora lo estoy cosechando”, dice la mujer.

Ella siente que el pilar fundamental para su recuperación ha sido su familia, está segura de que sin ellos no podría haber salido adelante.

“Ahora siento lo que es el amor y siento a Dios en mi vida y en la de mi familia, sin él esto hubiese sido insuperable, una desgracia así es difícil de superar, mucho más cuando el no poder caminar nos lo recuerda a diario”, cuenta.

Comenta que derribando todas las barreas mentales y físicas de a poco sigue siendo el ama de casa y madre dedicada que siempre ha sido, y sobre su silla de ruedas cocina, lava los platos, arregla su casa; cuida y juega con su nieta que le inyecta vida todos los días.

Aunque los últimos dos años han sido muy difíciles, con terapia ha podido mejorar de apoco, además, también acude a una fundación en Tisaleo en donde aprende a hacer manualidades que le permiten sentirse útil y viva a pesar de todas las difíciles pruebas que le ha puesto la vida desde el 10 de diciembre de 2017.

Investigación

Silencio y largas, eso es lo que los afectados aseguran han recibido por parte de las autoridades.

Ellos cuentan que en estos dos años no se ha hecho mucho para que su caso sea resuelto y se dé con los culpables de este accidente que les cambió la vida por completo.

“Para los pobres no hay justicia, nosotros no tenemos quien vele porque se nos haga justicia y los culpables de esto paguen por ello”, asegura Teresa.

Algo similar comenta Panimboza que agrega que las esperanzas de que se haga justicia de a poco empiezan a desvanecerse.

Mientras tanto desde la Fiscalía no se da un pronunciamiento oficial, aduciendo que existe un nuevo fiscal investigador y que este mantiene el principio de reserva.

Lo que para los afectados no significa nada, ya que hasta el momento no hay nada concreto sobre este caso que dejó sin vida a tres personas, dejó postrados en una silla de ruedas a Nelson y a Teresa y causó una gran conmoción en Tisaleo. (NVP)

“Es difícil ver a mi hijo en esa situación, es un joven que tenía muchos sueños que se vieron truncados y nadie quiere responsabilizare de eso”, dice Mario Panimboza, padre de Nelson, mientras vira la cara para esconder las lágrimas que no logra sostener por el dolor, la frustración, la impotencia y la rabia que siente.

Mientras llora señala que “ahora las leyes hasta a los animalitos los respalda y la gente no debe maltratarlos y a nosotros nadie nos hace justicia, nadie ha velado por nuestra seguridad, nadie se ha tomado la molestia de encontrar a los responsables de lo que pasó”.

Esto luego de que el 10 de diciembre de 2017 la tarima en la que Nelson, junto a otras decenas de personas, estaba sentado listo para disfrutar de un espectáculo de 4X4 se viniera abajo causando una verdadera tragedia.

En el hecho alrededor de 65 personas resultaron heridas, golpeadas y la suerte fue trágica para Ángela Luzuriaga, de 9 años, Maité Díaz de 4 meses y María Tisalema, de 53 años de edad, quienes perdieron la vida.

En el cantón

El adagio popular señala que recordar el volver a vivir y eso es lo que le pasa a Marisela, quien prefiere mantener su apellido en reserva, ella cuenta que la angustia fue terrible.

“Aún tengo el mismo miedo, realmente siento como si las cosas hubiesen sido ayer, todos vivimos momentos terribles y es frustrante ver como las cosas siguieron sin que nadie diga o haga nada”, cuenta la joven mujer.

En el centro del cantón la gente prefiere no comentar mucho sobre el tema, pero todos tienen latente el recuerdo de lo pasado hace dos años.

“Somos un cantón pequeño y muchos nos conocemos y sabíamos de la vitalidad de las personas que ahora están atadas a una silla de ruedas y no entendemos por qué no se hace justicia en este tema”, comentó Segundo T.

Sueños truncados

Panimboza recuerda ese fatídico día cada que ve a su hijo de 23 años, quien quería ser parte de la Policía Nacional y ahora hasta necesita cuidados y atención especial para poder sobrevivir.

“El mismo dice que no entiende por qué le pasó eso si jamás le hizo daño a nadie y siempre estuvo pendiente de ser un buen ser humano”, el afligido padre comenta lo que su hijo dice cada que su ánimo decae al verse postrado en una cama sin poder disfrutar de la vida como lo había planeado desde pequeño.

Nelson es el cuarto de los seis hijos que tiene el hogar Panimboza Tisalema, y siempre fue un joven dedicado, a tal punto que ayudaba en el taller de calzado de su padre para poder ahorrar y prepararse para llegar a vestir el uniforme policial que tanto anhelaba.

En estos 24 meses, la familia ha invertido tiempo, dinero y una inagotable fuente amor para hacer que Nelson pueda sentirse mejor física y emocionalmente.

Su padre cuenta que al inicio el joven ni siquiera sentía sus extremidades superiores, pero gracias a la terapia ha podido fortalecer la parte superior de su cuerpo, sin embargo, no pasa lo mismo con sus piernas.

Nelson no las siente y por eso necesita el cuidado especial que le da toda su familia, sin embargo, es su padre Mario quien está con él las 24 horas del día cuidándolo y apoyándolo con amor incondicional, sin importarle los sacrificios que tenga que hacer para disfrutar, por lo menos de vez en cuando, de la sonrisa de su Nelson, por quien va a seguir luchando hasta que pueda recuperase.

“Solo esperamos que la mano de Dios siga mostrándose, porque hemos visto su evolución y tenemos fe de que de a poco va a poder mejorar y recuperar su estabilidad física y emocional”, dijo el hombre mientras limpiaba su rosto con sus manos que evidencia esfuerzo y dedicación por el trabajo diario.

Resistencia y superación

Esas son dos características que podrían describir a Teresa Freire de 57 años, que en el mismo accidente perdió la movilidad de sus piernas y ahora está en silla de ruedas.

Toma sus manos y las frota un poco con el afán de no llorar, sin embargo, el sentimiento puede más y sin pronunciar palabra alguna Teresa comienza a llorar hasta poder recuperar nuevamente el ánimo para conversar.

“Normalmente somos los padres los que cuidamos a nuestros hijos y ahora son ellos los que tiene que cuidar de mí, siento que el amor que sembré en ellos ahora lo estoy cosechando”, dice la mujer.

Ella siente que el pilar fundamental para su recuperación ha sido su familia, está segura de que sin ellos no podría haber salido adelante.

“Ahora siento lo que es el amor y siento a Dios en mi vida y en la de mi familia, sin él esto hubiese sido insuperable, una desgracia así es difícil de superar, mucho más cuando el no poder caminar nos lo recuerda a diario”, cuenta.

Comenta que derribando todas las barreas mentales y físicas de a poco sigue siendo el ama de casa y madre dedicada que siempre ha sido, y sobre su silla de ruedas cocina, lava los platos, arregla su casa; cuida y juega con su nieta que le inyecta vida todos los días.

Aunque los últimos dos años han sido muy difíciles, con terapia ha podido mejorar de apoco, además, también acude a una fundación en Tisaleo en donde aprende a hacer manualidades que le permiten sentirse útil y viva a pesar de todas las difíciles pruebas que le ha puesto la vida desde el 10 de diciembre de 2017.

Investigación

Silencio y largas, eso es lo que los afectados aseguran han recibido por parte de las autoridades.

Ellos cuentan que en estos dos años no se ha hecho mucho para que su caso sea resuelto y se dé con los culpables de este accidente que les cambió la vida por completo.

“Para los pobres no hay justicia, nosotros no tenemos quien vele porque se nos haga justicia y los culpables de esto paguen por ello”, asegura Teresa.

Algo similar comenta Panimboza que agrega que las esperanzas de que se haga justicia de a poco empiezan a desvanecerse.

Mientras tanto desde la Fiscalía no se da un pronunciamiento oficial, aduciendo que existe un nuevo fiscal investigador y que este mantiene el principio de reserva.

Lo que para los afectados no significa nada, ya que hasta el momento no hay nada concreto sobre este caso que dejó sin vida a tres personas, dejó postrados en una silla de ruedas a Nelson y a Teresa y causó una gran conmoción en Tisaleo. (NVP)

“Es difícil ver a mi hijo en esa situación, es un joven que tenía muchos sueños que se vieron truncados y nadie quiere responsabilizare de eso”, dice Mario Panimboza, padre de Nelson, mientras vira la cara para esconder las lágrimas que no logra sostener por el dolor, la frustración, la impotencia y la rabia que siente.

Mientras llora señala que “ahora las leyes hasta a los animalitos los respalda y la gente no debe maltratarlos y a nosotros nadie nos hace justicia, nadie ha velado por nuestra seguridad, nadie se ha tomado la molestia de encontrar a los responsables de lo que pasó”.

Esto luego de que el 10 de diciembre de 2017 la tarima en la que Nelson, junto a otras decenas de personas, estaba sentado listo para disfrutar de un espectáculo de 4X4 se viniera abajo causando una verdadera tragedia.

En el hecho alrededor de 65 personas resultaron heridas, golpeadas y la suerte fue trágica para Ángela Luzuriaga, de 9 años, Maité Díaz de 4 meses y María Tisalema, de 53 años de edad, quienes perdieron la vida.

En el cantón

El adagio popular señala que recordar el volver a vivir y eso es lo que le pasa a Marisela, quien prefiere mantener su apellido en reserva, ella cuenta que la angustia fue terrible.

“Aún tengo el mismo miedo, realmente siento como si las cosas hubiesen sido ayer, todos vivimos momentos terribles y es frustrante ver como las cosas siguieron sin que nadie diga o haga nada”, cuenta la joven mujer.

En el centro del cantón la gente prefiere no comentar mucho sobre el tema, pero todos tienen latente el recuerdo de lo pasado hace dos años.

“Somos un cantón pequeño y muchos nos conocemos y sabíamos de la vitalidad de las personas que ahora están atadas a una silla de ruedas y no entendemos por qué no se hace justicia en este tema”, comentó Segundo T.

Sueños truncados

Panimboza recuerda ese fatídico día cada que ve a su hijo de 23 años, quien quería ser parte de la Policía Nacional y ahora hasta necesita cuidados y atención especial para poder sobrevivir.

“El mismo dice que no entiende por qué le pasó eso si jamás le hizo daño a nadie y siempre estuvo pendiente de ser un buen ser humano”, el afligido padre comenta lo que su hijo dice cada que su ánimo decae al verse postrado en una cama sin poder disfrutar de la vida como lo había planeado desde pequeño.

Nelson es el cuarto de los seis hijos que tiene el hogar Panimboza Tisalema, y siempre fue un joven dedicado, a tal punto que ayudaba en el taller de calzado de su padre para poder ahorrar y prepararse para llegar a vestir el uniforme policial que tanto anhelaba.

En estos 24 meses, la familia ha invertido tiempo, dinero y una inagotable fuente amor para hacer que Nelson pueda sentirse mejor física y emocionalmente.

Su padre cuenta que al inicio el joven ni siquiera sentía sus extremidades superiores, pero gracias a la terapia ha podido fortalecer la parte superior de su cuerpo, sin embargo, no pasa lo mismo con sus piernas.

Nelson no las siente y por eso necesita el cuidado especial que le da toda su familia, sin embargo, es su padre Mario quien está con él las 24 horas del día cuidándolo y apoyándolo con amor incondicional, sin importarle los sacrificios que tenga que hacer para disfrutar, por lo menos de vez en cuando, de la sonrisa de su Nelson, por quien va a seguir luchando hasta que pueda recuperase.

“Solo esperamos que la mano de Dios siga mostrándose, porque hemos visto su evolución y tenemos fe de que de a poco va a poder mejorar y recuperar su estabilidad física y emocional”, dijo el hombre mientras limpiaba su rosto con sus manos que evidencia esfuerzo y dedicación por el trabajo diario.

Resistencia y superación

Esas son dos características que podrían describir a Teresa Freire de 57 años, que en el mismo accidente perdió la movilidad de sus piernas y ahora está en silla de ruedas.

Toma sus manos y las frota un poco con el afán de no llorar, sin embargo, el sentimiento puede más y sin pronunciar palabra alguna Teresa comienza a llorar hasta poder recuperar nuevamente el ánimo para conversar.

“Normalmente somos los padres los que cuidamos a nuestros hijos y ahora son ellos los que tiene que cuidar de mí, siento que el amor que sembré en ellos ahora lo estoy cosechando”, dice la mujer.

Ella siente que el pilar fundamental para su recuperación ha sido su familia, está segura de que sin ellos no podría haber salido adelante.

“Ahora siento lo que es el amor y siento a Dios en mi vida y en la de mi familia, sin él esto hubiese sido insuperable, una desgracia así es difícil de superar, mucho más cuando el no poder caminar nos lo recuerda a diario”, cuenta.

Comenta que derribando todas las barreas mentales y físicas de a poco sigue siendo el ama de casa y madre dedicada que siempre ha sido, y sobre su silla de ruedas cocina, lava los platos, arregla su casa; cuida y juega con su nieta que le inyecta vida todos los días.

Aunque los últimos dos años han sido muy difíciles, con terapia ha podido mejorar de apoco, además, también acude a una fundación en Tisaleo en donde aprende a hacer manualidades que le permiten sentirse útil y viva a pesar de todas las difíciles pruebas que le ha puesto la vida desde el 10 de diciembre de 2017.

Investigación

Silencio y largas, eso es lo que los afectados aseguran han recibido por parte de las autoridades.

Ellos cuentan que en estos dos años no se ha hecho mucho para que su caso sea resuelto y se dé con los culpables de este accidente que les cambió la vida por completo.

“Para los pobres no hay justicia, nosotros no tenemos quien vele porque se nos haga justicia y los culpables de esto paguen por ello”, asegura Teresa.

Algo similar comenta Panimboza que agrega que las esperanzas de que se haga justicia de a poco empiezan a desvanecerse.

Mientras tanto desde la Fiscalía no se da un pronunciamiento oficial, aduciendo que existe un nuevo fiscal investigador y que este mantiene el principio de reserva.

Lo que para los afectados no significa nada, ya que hasta el momento no hay nada concreto sobre este caso que dejó sin vida a tres personas, dejó postrados en una silla de ruedas a Nelson y a Teresa y causó una gran conmoción en Tisaleo. (NVP)

“Es difícil ver a mi hijo en esa situación, es un joven que tenía muchos sueños que se vieron truncados y nadie quiere responsabilizare de eso”, dice Mario Panimboza, padre de Nelson, mientras vira la cara para esconder las lágrimas que no logra sostener por el dolor, la frustración, la impotencia y la rabia que siente.

Mientras llora señala que “ahora las leyes hasta a los animalitos los respalda y la gente no debe maltratarlos y a nosotros nadie nos hace justicia, nadie ha velado por nuestra seguridad, nadie se ha tomado la molestia de encontrar a los responsables de lo que pasó”.

Esto luego de que el 10 de diciembre de 2017 la tarima en la que Nelson, junto a otras decenas de personas, estaba sentado listo para disfrutar de un espectáculo de 4X4 se viniera abajo causando una verdadera tragedia.

En el hecho alrededor de 65 personas resultaron heridas, golpeadas y la suerte fue trágica para Ángela Luzuriaga, de 9 años, Maité Díaz de 4 meses y María Tisalema, de 53 años de edad, quienes perdieron la vida.

En el cantón

El adagio popular señala que recordar el volver a vivir y eso es lo que le pasa a Marisela, quien prefiere mantener su apellido en reserva, ella cuenta que la angustia fue terrible.

“Aún tengo el mismo miedo, realmente siento como si las cosas hubiesen sido ayer, todos vivimos momentos terribles y es frustrante ver como las cosas siguieron sin que nadie diga o haga nada”, cuenta la joven mujer.

En el centro del cantón la gente prefiere no comentar mucho sobre el tema, pero todos tienen latente el recuerdo de lo pasado hace dos años.

“Somos un cantón pequeño y muchos nos conocemos y sabíamos de la vitalidad de las personas que ahora están atadas a una silla de ruedas y no entendemos por qué no se hace justicia en este tema”, comentó Segundo T.

Sueños truncados

Panimboza recuerda ese fatídico día cada que ve a su hijo de 23 años, quien quería ser parte de la Policía Nacional y ahora hasta necesita cuidados y atención especial para poder sobrevivir.

“El mismo dice que no entiende por qué le pasó eso si jamás le hizo daño a nadie y siempre estuvo pendiente de ser un buen ser humano”, el afligido padre comenta lo que su hijo dice cada que su ánimo decae al verse postrado en una cama sin poder disfrutar de la vida como lo había planeado desde pequeño.

Nelson es el cuarto de los seis hijos que tiene el hogar Panimboza Tisalema, y siempre fue un joven dedicado, a tal punto que ayudaba en el taller de calzado de su padre para poder ahorrar y prepararse para llegar a vestir el uniforme policial que tanto anhelaba.

En estos 24 meses, la familia ha invertido tiempo, dinero y una inagotable fuente amor para hacer que Nelson pueda sentirse mejor física y emocionalmente.

Su padre cuenta que al inicio el joven ni siquiera sentía sus extremidades superiores, pero gracias a la terapia ha podido fortalecer la parte superior de su cuerpo, sin embargo, no pasa lo mismo con sus piernas.

Nelson no las siente y por eso necesita el cuidado especial que le da toda su familia, sin embargo, es su padre Mario quien está con él las 24 horas del día cuidándolo y apoyándolo con amor incondicional, sin importarle los sacrificios que tenga que hacer para disfrutar, por lo menos de vez en cuando, de la sonrisa de su Nelson, por quien va a seguir luchando hasta que pueda recuperase.

“Solo esperamos que la mano de Dios siga mostrándose, porque hemos visto su evolución y tenemos fe de que de a poco va a poder mejorar y recuperar su estabilidad física y emocional”, dijo el hombre mientras limpiaba su rosto con sus manos que evidencia esfuerzo y dedicación por el trabajo diario.

Resistencia y superación

Esas son dos características que podrían describir a Teresa Freire de 57 años, que en el mismo accidente perdió la movilidad de sus piernas y ahora está en silla de ruedas.

Toma sus manos y las frota un poco con el afán de no llorar, sin embargo, el sentimiento puede más y sin pronunciar palabra alguna Teresa comienza a llorar hasta poder recuperar nuevamente el ánimo para conversar.

“Normalmente somos los padres los que cuidamos a nuestros hijos y ahora son ellos los que tiene que cuidar de mí, siento que el amor que sembré en ellos ahora lo estoy cosechando”, dice la mujer.

Ella siente que el pilar fundamental para su recuperación ha sido su familia, está segura de que sin ellos no podría haber salido adelante.

“Ahora siento lo que es el amor y siento a Dios en mi vida y en la de mi familia, sin él esto hubiese sido insuperable, una desgracia así es difícil de superar, mucho más cuando el no poder caminar nos lo recuerda a diario”, cuenta.

Comenta que derribando todas las barreas mentales y físicas de a poco sigue siendo el ama de casa y madre dedicada que siempre ha sido, y sobre su silla de ruedas cocina, lava los platos, arregla su casa; cuida y juega con su nieta que le inyecta vida todos los días.

Aunque los últimos dos años han sido muy difíciles, con terapia ha podido mejorar de apoco, además, también acude a una fundación en Tisaleo en donde aprende a hacer manualidades que le permiten sentirse útil y viva a pesar de todas las difíciles pruebas que le ha puesto la vida desde el 10 de diciembre de 2017.

Investigación

Silencio y largas, eso es lo que los afectados aseguran han recibido por parte de las autoridades.

Ellos cuentan que en estos dos años no se ha hecho mucho para que su caso sea resuelto y se dé con los culpables de este accidente que les cambió la vida por completo.

“Para los pobres no hay justicia, nosotros no tenemos quien vele porque se nos haga justicia y los culpables de esto paguen por ello”, asegura Teresa.

Algo similar comenta Panimboza que agrega que las esperanzas de que se haga justicia de a poco empiezan a desvanecerse.

Mientras tanto desde la Fiscalía no se da un pronunciamiento oficial, aduciendo que existe un nuevo fiscal investigador y que este mantiene el principio de reserva.

Lo que para los afectados no significa nada, ya que hasta el momento no hay nada concreto sobre este caso que dejó sin vida a tres personas, dejó postrados en una silla de ruedas a Nelson y a Teresa y causó una gran conmoción en Tisaleo. (NVP)