Guerra mundial

Por Kléber Mantilla Cisneros

El presidente Vladímir Putin, al invadir Ucrania, no solo sorprende sino que escandaliza al mundo y reposiciona a Rusia en la política internacional. Pero, ¿cuáles son sus conexiones cibernéticas, geoestratégicas y relaciones con Ecuador a pretexto de la transferencia tecnológica y cooperación académica? ¿Cómo votarían los bloques parlamentarios locales si se tratase de aprobar o rechazar los bombardeos y la escalada de una guerra mundial? ¿Hay conocimiento en la clase política de que una universidad de Quito participó en un programa aéreo-espacial sospechoso que impulsó el lanzamiento de dos nanosatélites desde una base rusa durante la era correísta, mientras le adeudaba  al Instituto de Seguridad Social de la Policía (Isspol)?

Rafael Correa fue un agente de propaganda en la cadena Russia Today (RT) desde marzo de 2018 hasta septiembre 2021, pese a ser un prófugo de la justicia. En comunicación, fue un aliado de la narrativa para desprestigiar instituciones y deslegitimar las democracias de Occidente en un programa de entrevistas. Recordemos que en 2017 EEUU acusó a Rusia de interferir en las elecciones presidenciales por la filtración de información clasificada y correos electrónicos pirateados por Julián Assange, fundador de WikiLeaks, quien estuvo asilado siete años en la embajada ecuatoriana en Londres.

Después de la anexión de Crimea (2014), Rusia fijó una política de acercamiento con China y varios gobiernos populistas que cuestionaban el orden mundial bipolar después de la caída del Muro de Berlín. Pronto Putin presentó una nueva generación de armas nucleares, con misiles hipersónicos y armas láser; pero, además, asesoró en tecnología y cibernética a varios países. En la Mitad del Mundo, el correísmo demagógico retiró la Base estadounidense de Manta, abrió su espacio aéreo e instaló una economía dependiente del narcotráfico, la minería ilegal y el crimen organizado. Rusia mostró  interés en las universidades del correísmo y en el desarrollo de la industria aeronáutica, petroquímica, el gas natural y la construcción de hidroeléctricas.

La invasión del Kremlin a Ucrania, que tiene respaldo de Venezuela, Cuba y Nicaragua, disparó el precio del petróleo, bloqueó el comercio y encareció alimentos. Una guerra ajena con muertos, heridos, desplazados; con estudiantes escondidos en búnkeres y millares atrapados en estaciones de metro. Elegía de un autócrata y sus cómplices.

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