Carnaval con los ojos abiertos

Como ocurre con todos los feriados, el tráfico de turistas se multiplica y los dispositivos de seguridad, en todo sentido, se tensan y tratan de perfeccionarse de alguna forma. El de Carnaval no es una excepción. La Policía y las autoridades que regulan el tráfico y el orden público, tanto en zonas urbanas como rurales, así como los gobiernos a todo nivel, enfrentan retos que, desgraciadamente, a veces los superan.

Nuestro particular modo de ser que nos es característico y distingue de los demás, no puede transformarse solo con medidas coercitivas y represivas ensayadas año tras año con muy discretos saldos positivos. Hay que sospechar de quienes ven “el mal” más claramente que nadie, pero solo en los otros. En no pocos compatriotas impera el deseo inmoderado de aprobación y de homogeneidad, de cursis complicidades y no de contrapunto.

Abunda el pensamiento mágico: en teoría basta con desear intensamente algo para conseguirlo. Más agentes en los terminales y en las carreteras, más patrullajes y uniformados en los barrios, más bomberos y agentes de la Cruz Roja, más vigilancia por el 911 y recomendaciones por los medios de comunicación, ¿han evitado costosos brotes delincuenciales, así como muertos y heridos por accidentes, en los feriados recientes?

Los bárbaros siempre, obviamente, son los otros. Nadie escucha la proverbial advertencia de tener cuidado, sino de pasarlo lo mejor que se pueda, aunque sea en perjuicio de los demás. Hay que abrir los ojos y reconocer lo que hoy nos caracteriza. La tradición en el Carnaval, por su fuerte ingrediente cultural, hay que sostenerla y avivarla, pero dentro de límites adecuados, evitando el desacato y la violencia.


La experiencia no tiene valor ético alguno, es simplemente el nombre que damos a nuestros errores”. Oscar Wilde Dramaturgo y novelista irlandés (1854-1900)

Una experiencia nunca es un fracaso, pues siempre viene a demostrar algo”. Thomas Alva Edison Físico e inventor estadounidense (1847-1931)