Discapacidad moral

“Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio o chorro, generoso o estafador. ¡Todo es igual! ¡Nada es mejor! Lo mismo un burro que un gran profesor.
[…] Si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición, da lo mismo que sea cura, colchonero, Rey de Bastos, caradura o polizón”. (Cambalache, tango argentino)

A pesar de que la letra de este tango tan amargo, por ser tan real, data del año 1934 y toda su denuncia habla del pasado siglo 20, es lamentable mirar alrededor y aceptar que las cosas están iguales o peor. En todos, nuestros países latinos.

¿Será acaso una cuestión de la juventud que se le hace a uno tan surrealista la idea de tanta desfachatez en tan poco tiempo y con tanto descaro?

¿No les ha bastado con las muertes de octubre, ni toda la tragedia pandémica, el desfalco a los hospitales, escenarios de narconovelas y sin fin de vergüenzas internacionales?

Con un PHD en “discapacidades e intervención social, multiculturalismo, interculturalidad y diversidad”, una funcionaria del Consejo de Educación Superior, “cholea” a un asambleísta a vista y paciencia de todos, demostrando así que poco importa un título académico cuando de coherencia se trata. Por otro lado, un exvocal del Consejo de la Judicatura cuenta de manera anecdótica como se llevó el proceso de soborno a distintos jueces basándose en sus “preferencias políticas”. Parecen todos cortados con la misma tijera.

Pero sin lugar a duda quienes se llevan el Oscar, son todos los funcionarios públicos, familiares y amigos que han utilizado los carnés de discapacidad para importar vehículos de alta gama, esto ya ni si quiera es corrupción, como dice la canción: ¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón!
Con su discapacidad moral del 100% se han olvidado de la dignidad propia y el decoro a la nación.

Rogelio Durán