Recordando al libertador

Antes de su muerte en 1830 Simón Bolívar desde Barranquilla escribió al General Juan José Flores una carta que bien vale recordar en este tiempo: “He estado en el poder por aproximadamente veinte años durante los cuales sólo he logrado algunos pocos resultados. América, para nosotros, es ingobernable. La única cosa que se puede hacer en América es emigrar. Este país caerá inevitablemente en manos de turbas desenfrenadas, y poco a poco, se convertirá en presa de despreciables tiranos de todos los colores y razas. Devorados como seremos por todos los crímenes posibles y arruinados por la ferocidad, los europeos no considerarán que valdrá la pena conquistarnos. Si fuera posible para cualquier parte del mundo retornar a un estado de caos primitivo, ese será el último escenario de la América Hispana”.

La frustración del Libertador es conmovedora. La vida en el país ha cambiado ante la corriente populista que utiliza términos como: democracia, socialismo, igualdad y libertad, con una ideología confusa que nunca lo han podido definir con claridad simulando un movimiento multiclasista de igualdad y derechos, bajo la sombra de un líder carismático que habla de justicia social y defensa de la propiedad en un régimen autoritario, con una retórica nacionalista de lucha de clases imaginaria que ha alterado la historia ecuatoriana permitiendo que: jóvenes, adultos, trabajadores, profesionales, jubilados, empleados públicos y privados, amas de casa, gente del campo y la ciudad, vivan un caos social y económico inconcebibles.

El populismo crea y ahonda los problemas para dividir y gobernar, profundiza la corrupción, se conforma la delincuencia organizada. Fue así como se destruyó el honor y la dignidad de las personas en cada sabatina, creció la deuda interna y externa, se arrasó con las instituciones del Estado, persiguieron a todos quienes cuestionamos su carencia de ética y moral. El insulto, el miedo, la venganza y el acoso marcaron el canibalismo político revolucionario. Hoy cuando la justicia los revela, no recuerdan nada, pero amasaron grandes fortunas. Esa misma frustración del Libertador sentimos la mayoría de ecuatorianos.

Rodrigo Contero Peñafiel
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