¿Tambores de guerra?

La presencia de aviones rusos en Venezuela para ejercicios militares, generó molestia en Estados Unidos y en Colombia, países a quienes el presidente Nicolás Maduro acusa de promover supuestos planes para derrocarlo.

Las aeronaves eran dos Túpolevs Tu-160, conocidos en la OTAN bajo el nombre ‘Blackjack’, pero los pilotos rusos los llaman cariñosamente “cisnes blancos”, por su delgada silueta. Pero la carga de los bombarderos supersónicos es letal. No solo pueden volar muy lejos sin tener que recargar combustible a medio camino, sino que también pueden ser equipados con numerosos misiles nucleares.

La llegada de los aviones fue el símbolo de amistad con Rusia que se había reforzado pocos días atrás, cuando Maduro visito a Vladímir Putin para firmar acuerdos por 6.000 millones de dólares y contratos para el mantenimiento de armamentos.

El hecho de que a Caracas llegaran los superbombarderos no significó nada diferente de un gesto de Moscú para un gran deudor suyo, y otro, venezolano, de eventual disuasión para Bogotá y Washington. Pero nada más.

Que Maduro insista en su lenguaje bélico no indica que esté listo para atacar y mucho menos para afrontar una guerra en la que llevaría las de perder. La tecnología sola nunca gana guerras. Y Estados Unidos lo sabe muy bien, tras las humillantes derrotas en países como Vietnam, Afganistán, Somalia e Irak.
Es innegable que con Venezuela siempre hay ruido de tambores, pero no de guerra, precisamente. Los aviones rusos no fueron más que herramientas de provocación.


La novedad es madre de la temeridad, hermana de la superstición e hija de la ligereza”. San Bernardo de Claraval. Religioso francés (1091-1153)No hay nada nuevo bajo el sol, pero cuantas cosas viejas hay que no conocemos”. Ambrose Bierce. Escritor estadounidense (1842-1914)